Isabel Rubio, nacida en Cartagena y residente en Murcia, ha estado vinculada al medio ambiente a lo largo de su vida, pero no fue hasta su jubilación cuando comenzó a dedicarse de lleno en la conservación del Mar Menor a través de su blog donde amplia el conocimiento de este ecosistema, y cofundando la plataforma Pacto por el Mar Menor.
Mar Menor y Pacto por el Mar Menor
¿Qué recuerdos tiene del Mar Menor?
Tengo 73 años, y cuando era pequeña vivíamos en Cartagena y mis padres nos traían a pasar temporadas en Los Nietos, ahí tengo los recuerdos más felices de mi infancia. Entonces, el agua del Mar Menor era transparente. Con el paso de los años, hemos visto el deterioro de este, y me da mucha pena verlo así.
¿Cree que han influido sus recuerdos en su activismo por el Mar Menor?
Por supuesto, cuando ves cómo algo que amas se deteriora, no puedes quedarte de brazos cruzados. Eso fue lo que me impulsó a actuar. De hecho, cuando en 2015 empezamos a formar el Pacto por el Mar Menor, fue porque me dolía profundamente ver el estado en el que se encontraba. Además, en los últimos 30 años, he sido testigo de la degradación de La Manga, especialmente por las construcciones que han ido surgiendo a lo largo de la costa.
¿Y recuerda cómo eran los arenales de La Manga antes de las urbanizaciones?
Claro, recuerdo cómo era La Manga cuando era joven. No había carretera ni acceso, solo podíamos llegar en barco. Las enormes dunas del área de Monteblanco me dejaron impresionada. Cuando llegué a La Manga a los 14 años y vi aquellas grandes montañas de arena, me sorprendió profundamente. Recuerdo perfectamente ese paisaje, incluso cuando comenzaron las primeras construcciones, todavía se podían ver muchas dunas cubiertas de vegetación dunar, una belleza natural que, lamentablemente, ha ido desapareciendo con el tiempo, hasta que, tristemente, todo quedará ocupado por edificios.
¿Qué presión ha ejercido la plataforma Pacto por el Mar Menor, y cuáles son sus objetivos?
En 2015, al notar que el Mar Menor se estaba poniendo verde debido a la eutrofización, organizamos unas jornadas en la Universidad de Murcia con asociaciones medioambientales y científicos para entender la magnitud del problema. A partir de allí, nos fijamos dos objetivos clave: dar a conocer la situación y hacer presión sobre las administraciones.
Hemos cumplido el primer objetivo con creces, realizando más de 100 charlas en centros escolares para explicar la situación. El segundo objetivo ha sido generar presión a través de manifestaciones y marchas organizadas junto a otras entidades. Hemos estado presentes en todas las actividades de protesta y denuncia. Aunque sabemos que el camino es largo y, lamentablemente, no creo que vea el Mar Menor completamente recuperado, espero que al menos se logre una mejora antes de que termine mi ciclo de vida.
Gracias a Pacto por el Mar Menor, este adquirió personalidad jurídica. ¿Podría explicarnos para qué puede servir eso, qué se puede conseguir con este logro?
La idea de otorgar al Mar Menor personalidad jurídica para su protección fue propuesta por la profesora Teresa Vicente de la Universidad de Murcia. Esta innovadora iniciativa buscaba que el Mar Menor, al igual que los niños desprotegidos, pudiera ser defendido en los tribunales por «guardianes» si sufre agresiones. La propuesta, que se materializó en una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), requirió la recogida de 500.000 firmas para ser presentada al Congreso. La Plataforma Pacto por el Mar Menor se sumó activamente a esta causa, logrando miles de firmas. Esta propuesta, que otorga derechos a un ecosistema, es vista como un avance en la lucha por la justicia ambiental, similar a los derechos obtenidos por mujeres, afroamericanos y animales a lo largo de la historia.
Poyecto Resalar
El proyecto Resalar comenzó en 2021 con el objetivo de recuperar algunos de los últimos espacios no urbanizados de La Manga. Entre los lugares más destacados se encuentran las Salinas de Marchamalo, donde se está reactivando la actividad salinera como medio para restaurar la biodiversidad de la zona.
Las Salinas de Marchamalo siempre han estado ligadas históricamente al Mar Menor, ¿cuál crees que es la importancia ecológica y cultural de estas?
Para mí, uno de mis mayores logros en los últimos años ha sido ver la recuperación de las salinas, un patrimonio cultural y natural que estaba en abandono. Al restaurarlas, hemos reavivado la vida en la zona, atrayendo aves y favoreciendo la recuperación de especies como el fartet. Además, estamos rescatando los molinos salineros, únicos en la Región de Murcia, que utilizaban las velas para extraer agua del Mar Menor. Este proyecto también ha puesto en valor la vegetación única de la zona, capaz de resistir la salinidad extrema, lo que subraya la importancia de este ecosistema en su conjunto.
¿Qué beneficios cree que tendrá para el Mar Menor la recuperación de arenales?
La recuperación de la Caleta del Estacio es otra de mis grandes esperanzas. Estoy encantada de ver cómo avanza y he tenido la oportunidad de participar en la eliminación de plantas invasoras allí junto a ANSE. Para mí es algo maravilloso, especialmente porque tengo una entrada en mi blog sobre cómo, durante la pandemia, toda la zona estaba cubierta de vegetación invasora. Ahora, al ver cuánto ha desaparecido y cómo los plásticos negros están impidiendo su crecimiento, siento una gran satisfacción.
¿Y cómo visualizas el futuro de La Manga en los próximos años y el de las Salinas de Marchamalo?
Son dos casos completamente opuestos. Las Salinas de Marchamalo sí lo visualizo completamente recuperado, mientras que lo de La Manga lo veo muy negativo, ya que debería implicar la demolición de muchos de esos edificios y que la gente comience a reflexionar sobre la necesidad de detener este desastre, sin seguir construyendo.
¿Qué papel cree que debe tener la población local en la conservación y revitalización de estos espacios naturales como las Salinas o la Caleta del Estacio?
Si la población no se involucra, será muy difícil lograr avances. Asociaciones como ANSE pueden realizar muchas actividades, pero sin la colaboración activa de la comunidad, no se puede hacer todo lo necesario. Este trabajo es demasiado para una sola asociación, por más socios que tenga. Es fundamental que la población se implique de manera estrecha en las actividades, como la extracción de plantas invasoras o la recogida de sal. Si no hay participación ciudadana, estos esfuerzos se quedarán en un proyecto de una asociación, por muy valioso que sea, pero no alcanzarán su verdadero objetivo que es concienciar a toda la comunidad.
Con respecto a otro aspecto del proyecto Resalar, como es la cría de ostras autóctonas para filtrar los contaminantes del agua del Mar Menor, ¿crees que esto puede ser una solución basada en la naturaleza a la eutrofización del Mar Menor?
La reimplantación de ostras en el Mar Menor sin duda es un paso positivo, pero debemos entender que es una ayuda, no la solución definitiva. Las ostras pueden contribuir a mejorar la calidad del agua, como lo demuestran los resultados en los tanques donde el agua contaminada se vuelve transparente en pocas horas. Sin embargo, el verdadero cambio debe ocurrir en el origen del problema: los vertidos que llegan al Mar Menor, especialmente a través de las ramblas durante las lluvias torrenciales. Hay que actuar en la raíz de la eutrofización, lo demás servirá como medidas complementarias.
Además, este proyecto necesita ir acompañado de una fuerte labor de concienciación. Lo que ocurrió recientemente con la captura ilegal de ostras recién nacidas demuestra que, si no educamos a la gente sobre la importancia de respetar este recurso, el proyecto no tendrá el impacto esperado. La educación es clave, como siempre he defendido durante mis 35 años como profesora. Los esfuerzos deben centrarse tanto en la recuperación natural, como en fomentar el respeto por el medio ambiente.
Recuerdo cuando había muchas ostras en el Mar Menor, y cómo desaparecieron casi por completo. Ahora, afortunadamente, hemos logrado recuperar una población suficiente para reintegrarlas. Estoy muy agradecida a ANSE por su incansable labor, porque creía que nunca vería la recuperación de estos espacios. Es un sueño casi cumplido, especialmente después de haber participado en la recuperación de Monte Blanco, un pequeño pero significativo proyecto para restaurar un espacio verde en el centro de La Manga.
El proyecto RESALAR tiene el objetivo de regenerar espacios del litoral del Mar Menor y su biodiversidad para fortalecer la resiliencia del litoral frente al cambio climático y mejorar e incrementar los servicios ecosistémicos queproveen a la sociedad.
Este proyecto, que coordina la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que aporta el 95% de la financiación del proyecto, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU, y se encuentra vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El proyecto cuenta con la cofinanciación de la Fundación Estrella de Levante y con la colaboración de Salinera Española y de Biocyma.