Las carretillas para el transporte de sal constituyen uno de los símbolos más icónicos de las Salinas de Marchamalo. Se trataba de herramientas que eran fundamentales en la producción salinera del siglo pasado, y que durante décadas fueron arrastradas sobre vías de hierro portátiles por mulas, en una imagen que hemos rescatado en la exposición fotográfica que actualmente puede ser observada en las antiguas naves de las salinas. Solamente se conservaron algunos ejemplares que fueron a parar a particulares, algunas de las cuales han regresado a las salinas, la mayoría en muy mal estado.
Las carretillas de las salinas eran similares a las que se empleaban en la Sierra de Cartagena-La Unión para la extracción y transporte de minerales, pero tenían más piezas de madera. Estas carretillas se usaban para recolectar la sal en Marchamalo, y después para embarcar desde los depósitos del muelle de la sal de Cabo de Palos (construido por Salinera Catalana) hacia las barcazas, que a su vez la trasladaban a los pailebotes que fondeaban frente a La Barra, donde partían rumbo a diferentes puertos del Mediterráneo principalmente. Su existencia refleja cómo los diferentes oficios de la zona, la minería y la producción de sal, estuvieron históricamente vinculados.
Al inicio del proyecto Resalar, los pocos ejemplares que se conocían estaban en manos privadas. Las dos carretillas del chiringuito “Muro de La Sal” fueron donadas por la familia de Alejandra Celdrán a ANSE, y lo mismo ocurrió con parte de otra carretilla en buen estado donada por Mike Verbeeck.
Durante los últimos meses, nuestro carpintero y salinero, Julio Calderón, ha realizado un trabajo artesano de réplica fiel de aquellas carretillas, con el doble objetivo de conservar la memoria de la tradición salinera y contar con una pieza viva para actividades de divulgación del patrimonio cultural. Esta se encuentra dentro de las naves recientemente restauradas, junto a la exposición de fotografías de mitad del siglo pasado.

La nueva carretilla no solo rinde homenaje al esfuerzo de los trabajadores que, descalzos y bajo un clima extremo, recolectaban la sal, sino que también simboliza la recuperación de un patrimonio histórico que se niega a caer en el olvido, y es una herramienta que podemos transportar a actividades de divulgación y recuperación de la memoria salinera.
Aunque no se conoce bien su origen, las salinas se mencionan en un documento del siglo XVI, el Plano del pleito sostenido entre Cartagena y Murcia por el dominio del Mar Menor, donde se las identifica como “salineta”. Sin embargo, las salinas de Marchamalo alcanzaron su mayor auge en el siglo XX. Durante la década de 1930 llegaron a producir entre 9.000 y 10.000 toneladas anuales, dando empleo a más de 70 personas en temporada alta, una cifra notable si se considera que la población cercana apenas alcanzaba los 300 habitantes.
La vida del salinero era dura y estacional. Trabajaban con herramientas como el rodillo, la regadera o la paleta, mientras muchos pescadores encontraban un complemento a sus ingresos cargando y transportando la sal en grandes barcazas de madera hacia los últimos grandes pailebotes de vela, y después a los primeros de vapor.
Hoy, gracias al esfuerzo de ANSE y el resto de los socios y entidades colaboradoras del proyecto Resalar, la memoria de la sal continua viva en las Salinas de Marchamalo y en Cabo de Palos.
El proyecto RESALAR tiene el objetivo de regenerar espacios del litoral del Mar Menor y su biodiversidad para fortalecer la resiliencia del litoral frente al cambio climático y mejorar e incrementar los servicios ecosistémicos que proveen a la sociedad.
Este proyecto, que coordina la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), que aporta el 95% de la financiación del proyecto, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU, y se encuentra vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. El proyecto cuenta con la cofinanciación de la Fundación Estrella de Levante y con la colaboración de Salinera Española y de Biocyma.
