José Damián Navarro, pionero en la protección de «El Hondo»

José Damián Navarro Medina (Murcia, 1953), socio fundador de ANSE (con carnet número 3), ha estado ligado al P.N. de “El Hondo” (Crevillente-Elche)  desde muy joven y en la Asociación de Naturalistas del Sureste, que viene desarrollando multitud de proyectos en este paraje, queremos ahora rendirle nuestro pequeño homenaje.

Aficionado a la ornitología desde temprana edad, comenzó sus estudios de la avifauna de los humedales sudalicantinos allá por 1969, especialmente de “El Hondo”, llegando a ser el verdadero impulsor de su definitiva protección tras obtener el Premio de Investigación sobre el Valor Ornitológico de “El Hondo” (Crevillente, 1985) y publicar su Estudio ornitológico de “El Hondo” (Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1988). Previamente, coordinó y redactó (junto a Vicente Hernández Gil) el Plan Especial de Protección (PEP) de “El Hondo”, primera figura de protección de este emblemático paraje.

Experto fotógrafo de aves y anillador, es socio fundador de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) allá por 1973, una de las asociaciones ecologistas españolas más antiguas, y ha realizado numerosos trabajos de investigación ornitológica de campo para organismos como la Consellería d’Agricultura de la Generalitat Valenciana, la Diputación Provincial y la Universidad de Alicante, entre los que podemos destacar los siguientes: Estudio ornitológico de las dunas litorales sudalicantinas, La avifauna de las salinas costeras sudalicantinas, Plan de Conservación del Tarro Blanco en la Comunidad Valenciana, Seguimiento y estudio de la Cerceta Pardilla en los Humedales Sudalicantinos (coautor) y ha participado en trabajos como el Atlas Ornitológico de la provincia de Alicante (1985) y el Atlas Ornitológico de España (SEO 1995).

Además, ha dirigido o participado en censos de aves acuáticas de las zonas húmedas sudalicantinas como tarro blanco, charrán o cerceta pardilla (de la que es un gran especialista). Pertenece a diversas asociaciones científicas y naturalistas  españolas y extranjeras (SEO, RSPB, SPO, ADENA-WWF, Linces de Murcia, Wader Study Group, Wildfoul and Wetlands Trust, Societat Valenciana d’Ornitología, Equipo de Anillamiento del Sureste, miembro fundador de la Asociación de Amigos de los Humedales Sudalicantinos, etc.), ha realizado múltiples actividades de divulgación en centros educativos y culturales y ha publicado más de cien estudios y artículos sobre ornitología en revistas como Ardeola, Vida Silvestre, Mediterránea, Arte Fotográfico, Quercus, Threatened Waterfowl Research Group Newsletter, La Matruca o La Garcilla.

Sus espléndidas fotografías han aparecido en muchas publicaciones especializadas y exposiciones (como Ocells de “Historia Natural Dels Països Catalans”, La Naturaleza en la Comunidad Valenciana del diario Levante, Fauna dels Països Catalans (Vols. III y IV) editada por Enciclopèdia Catalana, Quercus, la monografía La Cerceta Pardilla en España editada por Icona, entre otras).

Las innumerables horas que ha dedicado al estudio y la fotografía en “El Hondo”, reflejadas en el amplio currículo que le acompaña, sin duda le hacen merecedor del reconocimiento de todo el mundo del naturalismo y el ecologismo.

Mariano Moreno Requena (socio de ANSE)


JOSÉ DAMIÁN NAVARRO Y LA PROTECCIÓN DE “EL HONDO”

Dedicado a mi gran amigo y compañero de muchas andanzas por la Naturaleza,

José Damián Navarro Medina.

Iniciando la década de los años 70, maravillosa época en la que comenzó la historia del proteccionismo ambiental en la Región de Murcia y el Sureste español, conocí a José Damián. No fue subiendo a una cumbre, ni disfrutando de alguna pequeña aventura, sino caminando con nuestros prismáticos por un espacio más bien árido, salitroso, con un sol de justicia y tan solo con algunos árboles en lontananza. De pronto, José Damián me detuvo bruscamente: a mis pies, una enorme huella de bota de agua y en su mismo centro unos huevecillos de algún ave.

¡Qué lástima! Los han debido de sacar del nido –dije yo.

No, Alejandro; es un nido de canastera, pone sus huevos así, sin paja ni nada.

Fue su primera lección, lo primero que, en materia de ornitología, aprendí de José Damián.

En otra ocasión, caminando por un espeso carrizal, observamos un pajarillo con unos bigotes muy chocantes.

– ¡Qué curioso! No parece asustarse –observé.

– ¡Un bigotudo! Hacía tiempo que no veía uno.

Cruzamos el carrizal y, ante nuestros ojos, apareció una preciosa laguna con multitud de avecillas volando sobre sus nidos flotantes; por primera vez pude contemplar las tranquilas aguas de E Hondo.

– Ya están aquí –dijo José Damián.

– ¿Qué son?

– Es una colonia de fumarel cariblanco, cuando nazcan los pollos vendremos a anillarlos.

– ¿Cómo?

– Lo haremos perchando en una de esas barcas de fondo plano que has visto en la entrada.

Y así, más adelante, y con la colaboración de un experto barquero de la zona, nos deslizamos suavemente por las aguas de E Hondo, aguas cargadas de plantas subacuáticas, la conocida ova.

Decenas de fumareles revoloteaban chillando sobre nuestras cabezas y, desde la misma barca, José Damián procedía a anillar los numerosos polluelos que había.

Si no me falla la memoria, cuando pregunté a José Damián si alguna vez había recuperado alguna anilla me contestó que una, de un ave procedente de Senegal.

Muchas fueron las felices jornadas recorriendo El Hondo con aquellas barcas tan especiales. Y no me puedo olvidar de José, el padre de José Damián, que siempre nos llevaba a este espacio natural en su Renault Gordini muy pacientemente.

Mas llegó el tiempo en que, por los motivos que fuesen, ya no se pudo contar con la estimada colaboración de los barqueros, que a su vez eran guardas del coto. Pero esto no fue un obstáculo para José Damián, pues con gran decisión pidió una de las barcas y él mismo perchó con gran maestría, como si hubiese perchado toda su vida.

Nos adentramos en un espeso carrizal en cuyo interior había un enorme nido de garza imperial, cuyos pollos anillamos emocionados. Al intentar salir del carrizal para regresar, el viento soplaba en contra y nos vimos un poco apurados para volver a tierra firme, pero José Damián, con no poco esfuerzo, consiguió hacernos llegar, ya que él quiso asumir toda la responsabilidad.

En otra ocasión, recuerdo que el padre de José Damián nos llevó al Coto de Doñana. Previamente, José Damián solicitó el necesario permiso.

Así que, una tarde, llegamos a la mismísima puerta de la Estación Biológica de Doñana. Para abrir la  valla tan solo teníamos que coger una llave que estaba en un bote, disimulado en la arena. De este modo tan sencillo entramos en el mejor santuario de las aves de Europa, con la gran suerte de que, nada más llegar, vimos un águila imperial sobrevolándonos.

Y no fue necesario alojarse en ningún hotel, ya que nos dejaron acampar en la mismísima Rocina, a 50 metros del palacio del Acebrón. Por la noche, los caballos recorrían a sus anchas los alrededores, pasando muy pegados a nuestras frágiles tiendas, de tal forma que el padre de José Damián prefirió pasar las restantes noches en su flamante Gordini. Disfrutamos también de la compañía de otros socios fundadores de ANSE como Pedro Talavera y Juanma Ibáñez, entre otros.

Con el tiempo, ambos nos casamos, él con Charo y yo con Loli, y los cuatro disfrutamos de muy interesantes acampadas con nuestras tiendas canadienses. Ahora me tocaba a mí mostrar a José Damián algunas de mis lugares favoritos por aquel entonces, como Río Tus, en la Sierra del Segura. Era finales de los 70 y aún pudimos hacer acampada libre, bajo una fresca chopera, con el correspondiente permiso de su propietario. Muy interesante resultó también la acampada en el río Maderas, acompañados también por el naturalista americano James MacIvor y Cristina, su encantadora mujer, ambos hoy día fallecidos.

Los esfuerzos de José Damián Navarro por conservar El Hondo, con toda su riqueza y biodiversidad, fueron enormes, hasta el punto de dedicar casi su vida entera al estudio y protección de este singular paraje que él bien supo reflejar en su bien documentado Estudio ornitológico de El Hondo.

Las generaciones  que ahora disfrutamos de este entorno, se lo debemos en gran medida a José Damián.

Con los años, los vientos cambiaron nuestros rumbos, pero nunca dejamos de mantener una gran amistad. Y esta es, resumida, parte de nuestra sencilla historia,  grande en sensaciones y plena de entusiasmo por la Naturaleza.

Por Alejandro Romero Anglés
Socio fundador de la Asociación de Naturalistas del Sureste – ANSE