Antonio Gómez Gersol nació en Cabra (Córdoba) el 2 de marzo de 1940, fue el primer presidente de ANSE (allá por 1973), profesor de Ciencias Naturales, iniciador de la escalada en Murcia y luchador por la protección de las Sierras de Cazorla.
En su pueblo natal, ya desde pequeño era aficionado a recorrer los alrededores e interesarse por “todo bicho viviente”, además de trepar por riscos y meterse en cuevas. Una vez que terminó el bachillerato, comenzó los estudios de Ingeniería de Caminos en Madrid que abandonó por falta de interés y, aconsejado por unos amigos, en 1958 se trasladó a Murcia para estudiar Ciencias Químicas en la Universidad.
La carrera se dilató durante la década de los 60 porque Antonio entró en el Grupo Universitario de Montaña y, desde entonces, dedicó mucho de su tiempo a la escalada y a la espeleología. Perteneció al Grupo de Alta Montaña Español (GAME) que difundía el alpinismo en España y con Jesús Fenoll, Juan Ramón Bermúdez y Baldomero Brugarolas inició la escalada en el Club Montañero de Murcia: entre otras muchas rutas, abrieron vías en la Panocha, en la aguja de Sigismondi, Leyva, sierra de Orihuela, etc. y entre sus alumnos aventajados en la escalada se encuentra Miguel Ángel García Gallego “el Murciano”. Por otro lado, la espeleología le entusiasmó desde que conoció las técnicas del hijo del entonces rector Manuel Batlle y pronto formó parte del Servicio de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas, de la Diputación Provincial de Murcia, que había creado el profesor Arturo Valenzuela Moñino.
Antonio dice con toda humildad que, aunque ha participado en muchas investigaciones y estudios, nunca se interesó por publicarlas y que, en realidad, no era especialista de nada, pero que su enorme curiosidad por todos los aspectos de la naturaleza le hicieron acercarse a grandes estudiosos y expertos de los que aprendió todo lo que ha llegado a saber. Y es que una de las grandes virtudes de Antonio, según nos cuentan algunos de sus alumnos, es su especial capacidad para entusiasmar en sus clases de biología. En una estancia que realizó a la Estación Biológica de Doñana, aprendió técnicas para capturar lagartos y serpientes de la mano de su director Javier Castroviejo (aunque Antonio también facilitó al experto otras técnicas de su invención). Una vez que conoció a José Damián Navarro, amplió sus conocimientos de aves y anillamiento. Aprendió mucho de himenópteros con el profesor José Antonio Calle, con el que realizó muchas salidas al campo junto al alumno de ambos Antonio Belando, ayudándoles a confeccionar trampas para insectos más efectivas. Ya en su etapa de Cazorla, recibió las enseñanzas de un compañero catalán especialista en gramíneas y de otro entomólogo, Benavente, que logró la cría de la mariposa Graelsia en cautividad. “He sido como un magnífico parásito, me uno a otros que saben mucho y aprendo de ellos”, dice Antonio con sorna y una amplia sonrisa.
Sus actividades de montaña y escalada le ocasionaron más de un susto. A mediados de los 60, Gersol y sus compañeros Juan Ramón y Juan Miguel recibieron encima una avalancha de nieve cuando ya empezaban a coronar el embudo de La Sagra. Los tres rodaron ladera abajo envueltos en nieve, con la mala fortuna de que Antonio quedó sepultado bajo varios metros de polvo fino helado. Finalmente, pudo ser rescatado por los compañeros y atendido por gente de los caseríos cercanos.
Y algún que otro percance más sufrió, pero el que le apartó definitivamente de la escalada ocurrió el Viernes de Dolores de 1969, cuando Antonio tuvo una grave caída mientras escalaba en solitario unos riscos sobre la zona alta de El Sequén. Hasta ese momento había escalado en roca con el equipo adecuado, era instructor de escalada e iba a realizar esos días escaladas invernales en Sierra Nevada con unos escaladores valencianos que también pertenecían al Grupo de Alta Montaña. Pero se había aficionado por entonces a la escalada de largas paredes con tramos de trepada que había visto hacer en Pirineos a escaladores catalanes. Y eso le perdió porque esa mañana temprano se trasladó con su moto al Sequén e inició la escalada sin material ninguno sobre un terreno muy húmedo –había diluviado la tarde anterior– que favoreció que se desprendiera una laja a la que se había agarrado, cayendo unos 30 metros al vacío y golpeándose en el pecho y mandíbula en un saliente a mitad del trayecto al que quiso asirse. La caída terminó sobre unas ramas de pino que amortiguaron el golpe sobre las rocas de la base, pero su pie derecho quedó totalmente seccionado salvo por el tendón de Aquiles. La odisea que narra sobre cómo pudo llegar a la casa de los forestales del Valle y que estos lo trasladaran al hospital es absolutamente sorprendente.
A finales de ese mismo año, casi recuperado de su accidente, Antonio se casó con Maribel, una joven del Club Montañero de Murcia que conoció en una concentración de escaladores de Levante. Desde su accidente en la montaña, Gersol dejó de escalar pero acompañaba a los escaladores y desde abajo, con sus prismáticos se encargaba de avistar rapaces y de vigilar que sus compañeros no molestaran sus nidos. Viajero incansable, con Maribel y varios amigos viajó a Cabo Norte, al medio Atlas y a otros muchos lugares combinando su afición montañera y naturalista.
Después de trabajar en academias particulares como profesor, creó su propia academia en el barrio del Progreso: Antonio se encargaba del área de ciencias y Maribel de las materias de letras. A principios de los 70 comenzó a trabajar en el instituto Saavedra Fajardo como interino y años después aprobó oposiciones de secundaria.
En febrero de 1972, José Damián Navarro y varios aficionados a la ornitología crean en Murcia el Grupo Ornitológico del Sureste (GOSE) y, dentro de él, el Equipo de Anillamiento. En un viaje a Doñana, coinciden con varios componentes de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) de Cartagena, entre los que se encontraban Pedro A. Talavera, Juan Manuel Ibáñez y Luis Felipe, e inician los primeros contactos para crear una asociación de estudio de la naturaleza en esta zona. Propusieron a Antonio Gómez Gersol que actuara como presidente de la que denominaron Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), pues era mayor de edad, trabajaba como profesor y sabían de sus aficiones por la entomología, las rapaces y todo lo relativo a la naturaleza. Antonio, que pertenecía a la SEO y era anillador gracias a José Damián Navarro, aceptó el encargo y pronto celebraron una primera reunión de fundadores en un local junto a la universidad. Como era preceptivo en aquellas fechas, hubo que solicitar permiso policial para la celebración de la reunión y se dejó caer por allí un policía de paisano preguntando por el responsable del encuentro y si eso de asociación de naturalistas se refería a esos “que se desnudan en las playas”. Sorprendidos y divertidos, le respondieron que era una asociación que se encargaba de estudiar la naturaleza, las aves, las plantas, los ecosistemas… con lo que el policía perdió cuidado, les dijo que enviaran a la comisaría copia del acta de la reunión y se marchó.
Los días posteriores se hizo una convocatoria general por radio y prensa a todos los aficionados a la naturaleza y el 19 de mayo de 1973 se celebró en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros, junto a la catedral, la asamblea fundacional. Mientras se acercaban al local, comentaban que iban a ser cuatro gatos, pero una vez allí quedaron sorprendidos por la gran cantidad de gente que llenaba el salón de actos. Encargaron a Antonio, como presidente, de dirigir la reunión y ese mismo día hubo muchas solicitudes para ingresar en la asociación. Desde ese momento, ANSE estableció contacto con otras asociaciones naturalistas del momento y se dedicó a la divulgación, la defensa y el estudio de la naturaleza en radio, centros escolares y sociales, así como a actividades de recuperación de rapaces.
En junio de 1977, Antonio y Maribel, junto a Juanma Ibáñez y Pedro Talavera, asistieron en el bosque de Valsaín (Segovia) a una reunión de grupos en la que surgió la idea de crear una Federación del Movimiento Ecologista, que se constituyó meses después en Cercedilla (Madrid). También estuvieron en Pamplona, junto al ornitólogo americano afincado en Torrevieja James Mc-Ivor y su pareja, en un congreso sobre la naturaleza en donde Félix Rodríguez de la Fuente presentó el Proyecto Lobo. Por aquellas fechas, su esposa Maribel estuvo muy activa también en las actuaciones de ANSE.
Durante la década de los 70, como ya se adelantó, el profesor Arturo Valenzuela lo incorporó al Servicio de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas, de la Diputación Provincial de Murcia, donde realizaron estudios sobre el Carst de la provincia de Murcia (1972-1973). Este organismo se transformó luego en el Servicio de Investigación y Defensa de la Naturaleza, también de la Diputación Provincial de Murcia, del que surgió un extraordinario trabajo sobre la zona de Revolcadores —Comunicaciones sobre el Carst en la provincia de Murcia: Revolcadores (1974-1976)–. Arturo Valenzuela encargó a Gómez Gersol de los estudios de la bioespeleología, de los anfibios y reptiles, así como de los invertebrados (junto a Pedro A. Talavera y Rosa M. Verdú). Por cierto, en dicho trabajo también comenzaba a despuntar un jovencísimo Joaquín P. Sánchez Onteniente.
Antonio recuerda con especial cariño la relación con Arturo Valenzuela y su esposa Consuelo García-Villalba, que acompañaba a los equipos de investigadores en sus acampadas al monte y visitas a las simas. Confiesa haber sido el que los animó a comprar una casa en la zona de La Sagra y el que logró que Arturo, ya sexagenario, ascendiera por primera vez a la cumbre de Revolcadores desde Puerto Alto, donde realizaron las mediciones oportunas de la altura de las cumbres Revolcadores y Los Obispos.
Antonio y Maribel querían que sus hijos Rafael, de tres años, y Miguel, casi recién nacido, vivieran en una zona rural, por lo que en 1979 solicitó el traslado del Instituto Saavedra Fajardo de Murcia al IES Alto Guadalquivir de Cazorla, donde fue profesor de Biología durante casi 20 años. Dejó entonces la presidencia de ANSE, y recibió el cargo durante unos años Francisco González López, químico en la refinería de Escombreras y experto en lepidópteros.
Con su moto, Antonio conoció todos los rincones de la Sierra de Cazorla, primero, perseguido por los forestales que lo veían como intruso; y, luego, una vez que se unió a los activistas del Taller de Ecología de Linares y luchó por que la Sierra de Cazorla fuera declarada Parque Natural, apoyado y asesorado por ellos en todo momento. La Universidad de Sevilla reconstruyó una vieja casa forestal en una zona recóndita de la sierra que se convirtió en reserva integral; allí venían a hacer estudios e investigaciones muchos biólogos especialistas y Gómez Gersol se acercaba a ellos para ofrecerles sus conocimientos de la sierra y, a la vez, aprender de ellos todo lo que realizaban. Con algunos de sus alumnos más hábiles, Antonio se introdujo en rincones y cerradas difíciles, como la del Pintor, escalaron paredes para estudiar los nidos de quebrantahuesos, conoció en profundidad la fauna y flora de la sierra y recuerda que hasta el Grupo de Operaciones Especiales del ejército, sito en Santa Fe (Granada), acudió a él para que asesorara a los oficiales que iban a dirigir prácticas de supervivencia en la sierra.
Cuando al fin se creó el Parque Natural de las Sierras de Cazorla en 1986, propusieron a Antonio como Director, sabedores todos –políticos, ganaderos, ecologistas, etc.– de los amplios conocimientos que tenía de la sierra y del tiempo que había dedicado a su divulgación y protección. Solicitó a la Consejería de Educación que se le concediera una comisión de servicio para poder desempeñar el cargo, pero no la obtuvo. Desde la Junta Rectora del Parque a la que perteneció desde entonces como representante de los grupos ecologistas, asesoró al que nombraron director-conservador del parque y siguió trabajando por la protección de la sierra. Sin duda, podemos decir que Antonio Gómez Gersol es pionero en la protección y creación del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.
En el museo de la Torre del Vinagre y el jardín botánico de los alrededores todavía podemos hallar multitud de indicios de la labor conservacionista y naturalista de Antonio en la Sierra de Cazorla. Obligada la familia a trasladar el domicilio de nuevo a Murcia, para que su hijo Miguel pudiera recibir atenciones médicas, Antonio trabajó como catedrático de Biología en el IES Mariano Baquero de Murcia hasta su jubilación, sin dejar nunca de apasionarse por la naturaleza.
Mantener una tertulia con Antonio Gómez Gersol es una de las actividades más gratificantes y entretenidas que uno pudiera tener dadas las múltiples experiencias que ha vivido y la apasionada manera con que sabe comunicarlas. Desde ANSE, rendimos sincero reconocimiento al que ha sido nuestro primer presidente (1973-1979), pionero de la escalada en Murcia y pionero de la protección de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.
Mariano Moreno.