El pasado 10 de enero, Juan Antonio Buendía –gerente de EcoAmbiental, una empresa que desde 2009 investiga y divulga aspectos de la cultura murciana (historia, antropología, geología, naturaleza…)– estuvo en la Fundación ANSE para impartir una charla sobre “La Murcia del Rey Lobo y su entorno”. Ante un nutrido auditorio, Buendía describió con amenidad una etapa destacada de florecimiento de nuestra región desarrollada en torno a la figura de Mohamad Ibn Madanís, rey de la taifa de Murssiya entre 1147 y 1172, conocido también como el “Rey Lobo” por su despótico gobierno, que intentó hacer frente a los invasores almohades mediante alianzas con reinos cristianos.
Fueron veinticinco años de esplendor de la ciudad de Murcia que fue centro del estado mardanisí, el emirato de Murcia o Xarq al-Andalus (parte oriental andalusí), que se extendía desde Carmona y Écija en Sevilla hasta casi la desembocadura del Ebro, pasando por Almería, Úbeda, la sierra de Segura, Alicante, Denia, Valencia, Castellón y Albarracín. Durante su gobierno, desarrolló en la vega del Segura una compleja red hidrológica que partía del Azud mayor o Contraparada y que distribuía las aguas por dos grandes acequias a los lados del río, la Aljufía o del norte y la Alquibla o del sur, a toda la zona agrícola que desarrolló en la vega. Su poder fue tan importante que su moneda, el morabetino lupino de oro, era codiciada en Europa. Supo establecer muchas alianzas y contactos con los estados cristianos vecinos y lejanos como Inglaterra, Francia, Italia, etc.
Hizo construir numerosos palacios, como el palacio Dar al-Sugra en el arrabal (o Arrixaca) y, sobre todo, el conjunto palatino de Monteagudo constituido por el castillo, el alcázar de Ibn Sa’d o Castillejo y la fortalezas de Larache y Cabezo de Torres, junto a las que había almunias (huertos y fincas campestres) con bellos jardines y grandes estanques. Situado junto a la Senda de Granada, que comunicaba Granada con Denia y por donde circulaban las caravanas de comerciantes, el conjunto palatino de Ibn Mardanís alojó a invitados ilustres de toda Europa y constituyó un modelo para muchas cortes islámicas del momento y posteriores. Además, Ibn Mardanís fomentó el arte y las letras y reunió en tornó a sí a destacados poetas y arquitectos.
Acompañando su charla con interesantes imágenes, Juan Antonio Buendía también destacó diversos aspectos relacionados con la naturaleza de la vega murciana de la época mardanisí: el amplio marjal que se extendía en torno al río Guadalentín al pie de la actual sierra del Valle, su fauna y flora características, así como la rica y variada vida natural en torno al conjunto palatino de Monteagudo.
Y finalizó mencionando al poeta cartagenero Hazim Al-Qartayyaní, coetáneo del Rey Lobo, que añoraba así desde su exilio la huerta murciana, que en nuestros días, desgraciadamente, no sabemos valorar ni proteger como se merece:
En Murcia se reflejan los árboles en
las aguas cristalinas del río.
Y pasábamos el tiempo comprendido entre almuerzo y cena
descubriendo los deseos de nuestras almas, mientras las
[ aves nos maravillaban con sus trinos.
O dejando rodar palabras bellas, como piedras preciosas,
[ en noches de luna llena.
Embriagándonos con el aroma de los árboles y flores,
[ mientras el alba despertaba.