James A. MacIvor fue un ornitólogo norteamericano afincado en Torrevieja, pionero de los estudios sobre aves en las provincias de Murcia y Alicante, socio fundador de ANSE y promotor de la protección de las lagunas de La Mata y Torrevieja.
James Allen MacIvor (Detroit, 1933 – Torrevieja, 1991). Nació en la ciudad de Detroit (Michigan) y pasó su infancia y adolescencia en Beloit (Wisconsin). Siendo muy joven se trasladó a Nueva York donde tuvo varios trabajos ocasionales. Con la intención de conocer Escocia, el país de sus ancestros, viajó a Reino Unido, pero quedó un poco desencantado con la experiencia. En los años siguientes residió principalmente en París, donde llegó en 1959, pero también realizó estancias cortas en España, donde enseguida quedó enamorado del país y de su cultura, sintiéndose muy cómodo desde el primer momento. En París llegó a trabajar en una escuela oficial de idiomas (al menos a partir de 1964) y en Madrid también dió clases particulares de inglés (como haría posteriormente durante los años 80 en Torrevieja).
Fue precisamente viviendo en París cuando conoció a Christina Henriksson, una joven sueca con quien contrajo matrimonio. Comenzaron a vivir en Malmö, importante ciudad del suroeste de Suecia donde MacIvor consolidó su afición por la naturaleza en general y la ornitología en particular, así como su compromiso conservacionista. Los canales y amplias zonas verdes de la ciudad, las constantes visitas al Museo de Historia Natural situado en el castillo renacentista de Malmö, las espectaculares vistas al estrecho de Øresund (con su famoso puente-túnel que conecta con Copenhague (Dinamarca)) y la proximidad de una naturaleza salvaje, sin duda contribuyó a ello.
A tan solo 32 km al sur de Malmö se sitúa la península de Falsterbo constituida por un complejo de aguas costeras someras, bancos de arena, sistemas dunares, playas de arena y guijarros, praderas costeras, ciénagas, turberas y algunas zonas de tierras de cultivos. Su estratégica ubicación en el extremo meridional de la península escandinava, hace de la zona uno de los puntos de reunión más importantes del norte de Europa para las aves rapaces, limícolas, acuáticas y paseriformes, canalizando sus flujos migratorios otoñales desde las zonas septentrionales de reproducción, a las de invernada en latitudes meridionales y en el continente africano.
La cercanía a su domicilio motivó las reiteradas visitas que realizó a este emblemático lugar y a su famosa estación ornitológica, en funcionamiento desde los años 50: es probable que allí surgiera su primer contacto con el anillamiento de aves y el estudio científico de su ecología. Pero no fue el único lugar frecuentado por MacIvor: los desplazamientos para la observación ornitológica a otros lugares cercanos, como las reservas naturales y humedales incluidos en el Convenio del Ramsar, de Getterön, Morups Tange y otros tantos, contribuyeron igualmente a que adquiriera una sensibilidad especial sobre la necesaria protección que requieren todos aquellos humedales situados a lo largo de las rutas migratorias de las aves, o a convencerse del importantísimo papel que ha de jugar la educación ambiental en el cambio de actitudes en la ciudadanía.
Establecimiento definitivo en España
En 1968 el matrimonio se estableció definitivamente en Torrevieja (Alicante), en una de las primeras urbanizaciones destinadas a ciudadanos suecos en las, por aquel entonces, despobladas lomas de cabo Cervera, muy cerca de la laguna de La Mata. Los alrededores de su residencia estaban constituidos por amplios espartales y campos de secano (donde anidaban calandrias, chotacabras y alcaravanes), mientras hacia el norte se extendía la solitaria playa de La Mata y su amplísimo cordón dunar que, sin solución de continuidad, conectaba con el de Guardamar del Segura y, más allá de la desembocadura del río Segura, con el de La Marina y el Pinet, hasta llegar a las Salinas de Santa Pola. Al sur, aparecía un sector de costa baja salpicado de calas rocosas y de arena y, a unos 3 km, el por entonces pequeño pueblo de Torrevieja, con apenas 9.700 habitantes.
La actividad que James MacIvor desarrollaría a partir de entonces en nuestro país (y que lo llevó a convertirse en uno de los principales actores de aquellos efervescentes años del nacimiento del ecologismo español desde las provincias de Murcia y Alicante) se basó en tres ejes fundamentales: el riguroso estudio científico de las aves (a lo que contribuyó sus contactos internacionales, el acceso a la amplia bibliografía anglosajona sobre el tema y a su actividad como anillador científico), una fuerte convicción en la necesidad de avanzar en la protección activa de las aves y la utilización de la educación ambiental como mejor herramienta para propiciar un urgente cambio de actitudes y comportamientos. A finales de los 60 y principios de los 70 del siglo XX, el desprecio por la vida natural era evidente en cualquier parte de España: presencia de cebos envenenados en los montes; rapaces tiroteadas, mantenidas en cautividad o disecadas; caza sin control de aves y otras especies protegidas; políticas de desecación de humedales y roturaciones de montes; contaminación de tierras y sistemas fluviales; y todo ello con un organismo oficial como el ICONA claramente inoperante.
El idílico emplazamiento de su domicilio torrevejense facilitó desde el primer momento, la observación de aves terrestres, acuáticas y marinas, el estudio de sus concentraciones durante los pasos migratorios y el anillamiento de muchas de ellas, actividad que desarrolló prácticamente nada más establecerse en Torrevieja. En definitiva, la rica avifauna de las lagunas y litoral torrevejenses comenzó a ser observada, registrada en cuadernos de campo y estudiada en sus procesos vitales básicos (nidificación, migración, alimentación) por primera vez con criterios científicos modernos de la mano de James MacIvor. Fue así como registró por primera vez la nidificación del aguilucho cenizo en la primavera de 1968 y del, por entonces, también escasísimo tarro blanco, la abundancia de nidificantes actualmente desaparecidos en la zona como calandrias o alondras, la concentración en la laguna de La Mata de multitud de especies de anátidas los días en que se realizaban las tiradas de caza en El Hondo, y la presencia del por entonces escaso flamenco común, junto a las importantes concentraciones de infinidad de aves invernantes.
Una actividad frenética
Nada más establecerse en Torrevieja -en 1968, como ya se ha dicho- se hizo socio de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), lo que facilitó la entrada en contacto con un gran número de ornitólogos de toda España (con quien posteriormente crearía vínculos mucho más estrechos, gracias a los muchos congresos en los que participó) y, por supuesto, también con los de zonas más próximas. En este sentido, destaca la amistad de MacIvor con el joven José Damián Navarro-Medina, que precisamente en 1969 iniciaba sus estudios ornitológicos en El Hondo (Elche/Crevillente) y en las salinas de Santa Pola. Muchas de las observaciones conjuntas que realizaron en aquellos años, irían apareciendo en la revista Ardeola de la SEO. En 1969 relatan la invernada de la avoceta común en El Hondo; en 1970 la presencia regular de flamenco común en El Hondo y La Mata; en 1971 observan pájaro moscón en la desembocadura del río Segura y en 1972 recopilan todas las citas que desde 1970 habían obtenido sobre la invernada del charrán patinegro en el sureste, detectan la irrupción de bandos invernantes de piquituerto común en el collado de Santa Ana de Jumilla, la presencia de una gaviota enana en el puerto de Lo Pagán o las primeras citas invernales de acentor alpino en Murcia durante 1973. Esta prolífica actividad ornitológica de MacIvor (la mayor parte aún permanece inédita en sus cuadernos de campo) propició que junto a Medina-Navarro y otros ornitólogos fundaran el Grupo Ornitológico del Sureste (GOSE) en 1972.
Cuadernos de campo originales de Jimmy MacIvor: serie 1978-1981, cuaderno de la “Operación Revolcadores 76” y anotación de salida observación de aves a la laguna de La Mata y salinas de Santa Pola en 1982 ©J.A.Pujol
También por aquellos años MacIvor entabló amistad con jóvenes naturalistas y estudiantes de biología como Pedro Talavera, Juan Manuel Ibáñez (a quien supervisó, junto a Navarro-Medina, en la realización de su memoria de licenciatura) y Luis Felipe López-Jurado entre otros. En el año 1973, en una de las visitas del grupo de amigos a las salinas de Santa Pola confirmaron, por primera vez, la nidificación del flamenco común. MacIvor también participó de las ya históricas reuniones previas a la fundación de ANSE, tanto en algunos domicilios privados (como el de Antonio Gómez Gersol), como en el Colegio Mayor de los Franciscanos junto a La Merced de Murcia.
En mayo de 1974, MacIvor (junto a otros destacados miembros de ANSE como Pedro Talavera, Juanma Ruiz, Luis Felipe López-Jurado, Luis Núñez de Castro y Juan Moreno) viajó a Doñana teniendo la fortuna de que por aquellos días también se encontrara visitando el lugar el profesor Pierre-Paul Grassé, catedrático de Evolución de la Universidad de la Sorbona en París y toda una eminencia en el campo de la Zoología. Durante los días que duró el viaje, de la mano de Javier Castroviejo, Miguel Delibes y Jose Antonio Valverde, tuvieron la oportunidad de conocer de primera mano las investigaciones y acciones de conservación en este emblemático Parque Nacional. Entre ellas, los primeros censos de aves realizados desde avioneta que habían tenido lugar el año anterior en aquel espacio protegido.
A finales de agosto de ese mismo año 1974, James MacIvor asistió en calidad de vicepresidente de ANSE (en compañía del presidente Gómez Gersol y de la vocal María Isabel Molina Gallardo) a la I Convención Nacional de Asociaciones de Amigos de la Naturaleza celebrada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra en Pamplona. En dicho congreso, asistió a la presentación del Proyecto Lobo por parte de Félix Rodríguez de la Fuente que, aunque todavía no era el fenómeno de masas en el que se convertiría después gracias a la serie El Hombre y la Tierra (que justo comenzó a emitirse en marzo de ese mismo año), ya era un personaje muy popular al haber fundado ADENA en 1970 y su sección juvenil: los “clubes de linces” auténtica cuna de naturalistas de la época.
En 1975 se revitalizó la Sección Española del International Council for Bird Preservation (ICBP, creado en 1922 y denominado actualmente BirdLife International) de la mano de su presidente, Imre Boroviczeny, con quien James MacIvor mantuvo una gran amistad hasta el repentino fallecimiento de aquel en 1987. MacIvor pasó a formar parte del Grupo de Trabajo de la ICBP-España como responsable del seguimiento de las poblaciones de flamenco del Paleártico occidental. En aquel selecto grupo también figuraban pioneros de la ornitología y de la conservación de la naturaleza en España como Jesus Garzón, Andrés Bermejo, Joan Mayol, Manuel Fernández Cruz, Javier Hidalgo, Miguel Ángel García Dory, Eduardo de Juana o Joaquín Araujo, entre otros. MacIvor también mantenía fluida relación con importantes sociedades internacionales como la Smithsonian Institution, National Audubon Society y The Fauna Preservation Society, entre otras. Tales relaciones internacionales contribuyeron, junto a la decidida participación de la junta directiva, al ingreso de ANSE como miembro pleno de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) en 1975.
A finales de enero de ese mismo año, y como complemento a los censos terrestres, MacIvor logró organizar el primer censo de las aves de los humedales del sureste ibérico desde avioneta. Acompañado del ornitólogo García-Tapia, y gracias a la colaboración del piloto Piñol del Aeroclub de Alicante, censaron desde el aire los humedales de El Hondo, las salinas de Santa Pola, las lagunas de La Mata y Torrevieja, y el Mar Menor. El primer día de vuelo fue muy complicado por las condiciones meteorológicas, hasta el punto de que la pequeña avioneta tuvo que regresar ante el desasosiego de sus tripulantes que, sin embargo, lograron completar aquella pionera misión los días siguientes. El histórico vuelo tuvo lugar desde el también histórico aeródromo de Rabasa (Alicante), donde en algunos de sus antiguos barracones militares funcionaba el Centro de Estudios Universitarios (CEU) de Alicante, predecesor de la actual Universidad de Alicante.
MacIvor ya venía colaborando con el CEU-Alicante a través de los grupos de estudios faunísticos organizados por el biólogo Antonio Escarré, ambiente académico del que también formaban parte el histórico ornitólogo alicantino José Julio Tato Cumming -socio fundador de la SEO- o Juan Ramón Vericard, biólogo del Centro Pirenaico de Biología Experimental. Y es que MacIvor, participó en la mayoría de estudios y trabajos sobre la naturaleza del sureste que, por aquellos años, se acometían por primera vez.
Como el promovido por José Antonio Valverde desde la Estación Biológica de Doñana sobre las tortugas de tierra y que, con el título “Las tortugas terrestres Testudo graeca y Testudo hermanii en España, sería publicado en 1979 en el número 17 de Naturalia Hispanica del ICONA,. El equipo investigador lo integraron MacIvor y otros miembros de ANSE como López-Jurado, Talavera, Ibáñez y Alicia García. Excepto la última citada, todos ellos se desplazaron a principios de agosto de 1975 a Mallorca para estudiar las poblaciones de tortuga mediterránea, junto al por entonces estudiante de biología Xisco Avellà. En aquellos días tuvieron conocimiento de la tenencia, por parte de un particular, de varios ejemplares cautivos por lo que, junto a las autoridades, procedieron a la incautación de 144 tortugas mediterráneas en un caserío de la localidad de Colònia de Sant Pere, que fueron posteriormente liberados en su hábitat natural.
También participó en las investigaciones impulsadas por Arturo Valenzuela Moñino (profesor de Ciencias Naturales del Instituto Nacional de Bachillerato Licenciado Cascales) desde el Servicio de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas de la Diputación Provincial de Murcia, concretados en agosto de 1976 con la denominada “Operación Revolcadores 76” (primer estudio multidisciplinar de las sierras del Noroeste murciano) y en la “Campaña Carche 77” en agosto de 1977 (estudio análogo para la sierra del Carche en Jumilla) y en los que James MacIvor fue responsable de los equipos de ornitología.
Otros muchos estudios e investigaciones realizados por MacIvor quedaron inéditos, conservándose interesantes manuscritos como “Apuntes por un prontuario de la Región Sud-este o hacia una avifauna alicantina” y “Aves salineras de Torrevieja y La Mata”.
La histórica incautación de las tortugas mediterráneas de Mallorca quedó minuciosamente documentada gracias a las fotografías de MacIvor. Y es que no solo fue un magnífico fotógrafo, que nos legó un interesantísimo archivo fotográfico, sino que también participó en la impartición de novedosos cursos de fotografía de la naturaleza, como el que organizó en 1979 la asociación Defensores Alicantinos de la Naturaleza (DANA) y en la que además de técnicas fotográficas se explicaba diferentes métodos de aproximación a la fauna. En su extensa colección de diapositivas no solo aparecen buena parte de los protagonistas de aquellos primeros años, sino también las jornadas y congresos más importantes que se produjeron, los impactos y agresiones que sufrían ecosistemas como los humedales o las dunas, los principales espacios naturales de nuestro país y los cambios que comenzaban a producirse en los paisajes del sureste (como la llegada del trasvase Tajo-Segura o la destrucción del litoral). Como contrapartida, son muy escasas las fotografías en las que aparece James MacIvor: él siempre estaba detrás del objetivo, inmortalizándolo todo.
La frenética actividad de MacIvor no decayó ni un solo momento a lo largo de la década de los 80 del pasado siglo. Salidas de observación, censo, seguimiento y anillamiento de aves por prácticamente todo el territorio natural de las provincias de Murcia y Alicante; relación epistolar con científicos y ornitólogos nacionales e internacionales; implicación en la Coordinadora para la Defensa de las Aves (CODA, cuya creación fue propuesta por Boroviczeny en la 3ª Asamblea del Movimiento Ecologista celebrada en julio de 1978 en Daimiel (Ciudad Real)) y la impartición de multitud de charlas de educación ambiental y cursos especializados en colegios y universidades de ambas provincias, como el que bajo el título de “Iniciación a la ornitología” impartió en enero de 1982, junto a Juan Manuel Ibáñez, en la Universidad Popular de Cartagena y que, con más de 94 alumnos, superó todas las expectativas iniciales.
Un pionero de la conservación en Torrevieja
El entusiasmo de MacIvor, las ganas de compartir sus conocimientos y el hecho de que su vida social se desarrollara en Torrevieja, supuso la introducción de la sensibilidad ambiental en aquel pequeño pueblo, que, gracias a él, comenzó a descubrir la importancia ecológica de sus lagunas, del litoral y del mar. Probablemente fue el primero que montó unas redes y comenzó a atrapar aves para anillarlas, que estimó cuantitativamente la cantidad de plástico que salía del mar entremezclado con los restos de Posidonia oceanica (en una intensa jornada de trabajo en cala de la Higuera), que convenció a los propietarios de una tienda de animales a que entregaran los cernícalos que ofrecían en venta (para su posterior anillado y liberación), que puso de relieve los múltiples impactos que se producían en el medio ambiente o que impartió las primeras clases de educación ambiental en los colegios.
Aunque nunca existió una sede oficial de ANSE en Torrevieja, la presencia de MacIvor sí favoreció que prácticamente todas las iniciativas que desarrollaba esta Asociación tuvieran su reflejo en dicha localidad: como el rescate de rapaces tiroteadas y mantenidas cautivas en caseríos de las fincas de los alrededores; el establecimiento de un punto de recogida de tortugas moras tenidas como mascotas, durante la “I Operación Tortuga”; el reparto de folletos sobre protección de rapaces y aves acuáticas entre los cazadores locales…
También fue a raíz de las ya referidas charlas, pero en esta ocasión impartidas en el Instituto de Secundaria de Torrevieja, que James MacIvor conoció a los jóvenes naturalistas Joaquín Iborra, José Francisco Calvo y Fernando Javier García. Todos ellos impulsarían la creación del Grupo Naturalista de Torrevieja (GNT) en 1983. Este grupo desarrolló una notable actividad hasta principios de los 90, con la organización durante 6 años de las recordadas “Semanas de la Naturaleza” (en las que participaban importantes científicos de las Universidades de Murcia y Alicante y de otros organismos como el Instituto Español de Oceanografía, el Instituto Marítimo Pesquero del Mediterráneo o la Sociedad Española de Ornitología) y su decisiva contribución a la protección de las lagunas de La Mata y Torrevieja, que por fin llegaría en 1988 (primero con la figura de Paraje Natural y posteriormente con la de Parque Natural).
En aquellos años, MacIvor también formó parte del comité organizador de las VIII Jornadas Ornitológicas Españolas organizadas en la primavera de 1985 por ANSE en Murcia. En octubre de 1989, acompañado por su segunda esposa, María Dolores Bianqui, participó en las X Jornadas Ornitológicas Españolas organizadas por la Sociedad Española de Ornitología y el Grupo Ornitológico Balear (GOB) en Calvià (Mallorca). Durante 5 días se reunieron un total de 240 congresistas y tuvieron lugar visitas al Parque Natural de S’Albufera, Sa Dragonera y al futuro Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera, que aún mantenía presencia militar permanente. Fue el último congreso ornitológico en el que participó James MacIvor.
La inagotable capacidad de trabajo, y su tremendo compromiso por la naturaleza, hizo que en 1990 iniciara un nuevo proyecto. Junto a su amigo Isidoro Rebollo, naturalista del GNT, y Remedios Vidal, locutora de Onda Cero Torrevieja, realizaron el programa radiofónico “Montaraz”, en el que contaban la actualidad de la conservación de la naturaleza en aquellos años, y en el que también intervenían renombrados investigadores y profesionales.
Un hispanista desde la ornitología
Pero además, y como ya apunté unas líneas más arriba, Jimmy (como lo conocíamos sus amigos) fue un enamorado de España y su cultura en el más amplio sentido del término. Gran conversador, devoto de nuestra gastronomía y de la vida social, interiorizó de tal manera la idiosincrasia y alegría de vivir de las gentes de estas orillas del Mediterráneo que fue uno más entre nosotros. Su cultura era vastísima, no solo en lo concerniente a la ornitología (en la que era toda una eminencia como se ha visto), sino en cualquier otro aspecto relacionado con nuestro país, como la literatura, la historia, las tradiciones o la economía. Adoraba nuestro idioma y gustaba recrearse en sonoras palabras castellanas en desuso, todo ello sin dejar de prestar atención a los otros idiomas nacionales: por ejemplo, en las guías de aves anotaba minuciosamente a lápiz el nombre en valenciano de las especies, e incluso su denominación en el habla típica de la Vega Baja del Segura.
Su imponente aspecto contrastaba con la gracilidad con la que se movía en las salidas al campo, y también resultaba muy llamativo su inconfundible acento norteamericano al hablar su correctísimo y preciosista español. Pero sobre todo, Jimmy destacó por su desmedida pasión por las aves (centro vital sobre el que giraba todo lo demás); por su absoluto compromiso con la conservación de la naturaleza; por su meticulosidad y esmero a la hora de recopilar datos en sus cuadernos de campo, realizar los anillamientos, archivar su correspondencia o anotar las descripciones de cada una de las cientos de diapositivas que realizó a lo largo de su vida; y por su generosidad al compartir sus conocimientos, sus libros y sus guías de aves con sus amigos y con los que se iniciaban. El maletero de su renault 6 GTL color verde, reconvertido en ordenado laboratorio naturalista itinerante, resultaba mítico para quien lo observaba en acción.
Y siempre con una corrección exquisita en el trato: nunca un exabrupto, una confrontación, un reproche exacerbado (aunque tal vez la situación o el personaje lo hubieran merecido), una crítica peyorativa o hiriente: Jimmy defendía sus convicciones con un respeto absoluto a su interlocutor. Me contaba su gran amigo Humberto García Rebagliato que solo le recuerda algo parecido a una reprobación, aunque con su inconfundible y sutil estilo, cuando venía a referirse al ICONA como Instituto para la Conservación de la Naturaleza “de Australia”, por la pasión desmedida con la que este organismo plantaba eucaliptos en nuestros montes en la década de los 70 y 80.
James MacIvor nos dejó repentinamente en 1991, a los 58 años de edad: ¡sin duda demasiado pronto! Sin embargo, la impronta de su carisma y su pasión por la ornitología continúan indelebles en todos los que lo conocimos. Ojalá estos apuntes biográficos sirvan para descubrir a las actuales generaciones, lo que supuso su figura en aquellos primeros años de lucha por nuestro medio natural.
Juan Antonio Pujol Fructuoso
historianatural.torrevieja@gmail.com