Pedro Antonio Talavera Torralba fue, junto a Juan Manuel Ibáñez, José Damián Navarro y Alejandro Romero, impulsor de la creación de ANSE el 19 de mayo de 1973. Además, tuvo gran protagonismo en la constitución de la Sociedad Española de Malacología.
Nacido el 16 febrero de 1953 en Cartagena, la familia de Pedro vivía en el barrio de Los Dolores donde su padre trabajaba como director de la sucursal de la Caja Ahorros del Sureste. Fue el mayor de cuatro hermanos y cuando tenía tres años la familia se trasladó a San Javier por motivos de trabajo del padre, donde vivieron hasta que él cumplió diez años. Su afición a la naturaleza surgió por entonces pues la Caja de Ahorros tenía allí un almacén de la Obra Agrícola junto al que había un gallinero, conejos y otros animales en los que el pequeño Pedro fijaba su atención; cómo seguía el camino de las hormigas que trasladaban granos de trigo a su hormiguero y descubrió el maravilloso mundo de los insectos. La vida en el pueblo le permitió el temprano contacto con los animales en sus correrías con los amigos por los campos de alrededor. Cuenta que mientras veían el cine de verano desde la terraza de su casa –el cine estaba en frente– vio que algo se metía debajo de una teja; cuando la levantó no vio nada, pero al día siguiente investigó con más detenimiento y descubrió varias crías de murciélago; a partir de ahí, con toda curiosidad los observó entrar y salir de entre las tejas. E incluso practicó un rudimentario anillamiento de aves, pues ayudado por su madre, colocaba en una pata de las golondrinas que se posaban en el tendedero de la casa un lazo azul o rosa –según fuera macho o hembra– para luego reconocerlas en vuelo.
Entomología y ornitología
La familia volvió a situar su domicilio en Cartagena y allí estudió el bachillerato, primero, en el colegio de los Franciscanos y, luego, en el colegio Hispania. Al salir de clase, se iba al taller de su tío de luminosos y carteles de plástico donde ayudaba en lo que podía; era muy mañoso y le gustaba aprender de todo. Un día, su tío le presentó a un señor, don Celestino García Hernández, que trabajaba en la Hidroeléctrica y que iba por el taller para que le construyeran cajas para guardar mariposas, pues era un gran aficionado a la entomología. Desde ese momento, Pedro acudía a casa de don Celestino para ver sus colecciones, le llevaba saltamontes y mariposas que recogía en el campo. Este, le regaló una guía de insectos que, desde ese momento, le animó a adentrarse en el conocimiento de estos pequeños seres.
Pedro menciona lo difícil que era encontrar información sobre entomología en esos años y cómo se buscaba la mañas para obtenerla, por ejemplo, solicitando revistas a las embajadas extranjeras. Aún guarda en su biblioteca revistas de entomología que le enviaron desde la embajada norteamericana.
Un día, don Celestino le habló de un biólogo que era práctico del puerto y antes había sido marino de guerra, don Luis Núñez de Castro y Mínguez. Era un gran ornitólogo, tenía una inmensa biblioteca sobre pájaros en su casa junto a la Muralla del Mar de Cartagena y solía recopilar fichas con información sobre cualquier pájaro del mundo del que tenía conocimiento. Luis Núñez fue luego Director del laboratorio de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, pero siempre mantuvo su afición a la ornitología y fue la persona que conectó a Pedro Talavera con Bernis y Fernández Cruz de la Sociedad Española de Ornitología y que le habló del anillador murciano José Damián Navarro.
Influenciado por un primo de su padre, comenzó los estudios de Electrónica en la Politécnica de Cartagena, aunque las Matemáticas y la Física no eran sus asignaturas preferidas. Durante un verano, hizo un curso de CEAC para arreglar los televisores de la familia y vecinos, y así recoger algún dinerillo.
En una ocasión, se encontró una oruga enorme de Acherontia atropos y la llevó a clase de Tecnología, que impartía Juan José Alzaraz Quiñonero –que luego sería presidente de ANSE–, y al terminar se acercó a curiosear un compañero de Ingeniería Mecánica que resultó ser Juan Manuel Ibáñez. Desde ese momento, Juanma y él se hicieron amigos inseparables y compartieron aficiones relacionadas con la naturaleza, como el anillamiento de aves.
Por entonces, conoció también a don Antonio de Lara Muñoz-Delgado, el médico que instaló una cámara hiperbárica en 1976 en el Hospital de la Caridad, la primera en España, que lo puso en contacto con Julio Mas, del Instituto Oceanográfico de San Pedro del Pinatar, y así fue ampliando su interés también por la fauna marina.
Cuando terminaron el segundo curso de ingeniería, Juanma y Pedro decidieron cambiar de carrera y estudiar biológicas en Murcia, con la consiguiente sorpresa de sus familias. Para ello, necesitaron retomar los estudios de COU que se implantaron ese año.
Conocer Doñana
Al finalizar COU con buenos resultados, Pedro organizó junto con José Damián Navarro y Alejandro Romero, dos jóvenes ornitólogos de Murcia, un viaje en el verano de 1971 para conocer Doñana, uno de los lugares naturales emblemáticos para los naturalistas y aficionados que se había creado tan sólo dos años antes. Juanma Ibáñez, que pidió prestado el Gordini a su padre, su hermano Julio, Ángel Flores y Pedro viajaron ilusionados a Huelva. Allí acamparon en la Finca de la Rocina junto al arroyo del mismo nombre, en el que había unas pajareras inmensas llenas de garzas y martinetes. Conocieron a un par de ornitólogos nórdicos que se dedicaban a anillar garcetas y martinetes metidos en el barro de las orillas. Uno de aquellos días, apareció por allí Juan José Alcaraz, su profesor de tecnología, con su esposa –en viaje de novios– y acamparon una noche en la Rocina con todos ellos.
A partir de ese viaje, el contacto entre estos amigos fue permanente y se puede decir que en Doñana se fraguó la creación de ANSE.
Al regreso de Doñana, comenzaron a estudiar el primer curso de biológicas en Murcia, que era común a químicos, biólogos… Juanma se fue a vivir a un piso mientras que Pedro se alojó en el colegio mayor de los Franciscanos junto a la Merced. Con José Damián, que había creado con otros amigos en 1972 el Grupo ornitológico del Sureste (GOSE) visitaron a menudo el Hondo (Crevillente) donde realizaron actividades de anillamiento y estudios ornitológicos. Es conocida la anécdota del águila real herida que estos amigos recogieron de una casa de la Alberca para curarla y posteriormente liberar, hecho que ha quedado como primera acción conservacionista de este grupo en Murcia y que, años después, se ampliaría con la creación de un centro de recuperación de aves en El Sequén (Sierra del Valle).
Nacimiento de ANSE
Convencidos de la necesidad de crear en Murcia una asociación naturalista de carácter más general que reuniera a todos los interesados en la protección naturaleza, este grupo de amigos se reunió en una sala del colegio mayor de los franciscanos, que Pedro había solicitado, y se tomaron las primeras decisiones: el nombre de la asociación sería ANSE y tendría como ámbito el sureste español (Murcia, Albacete, Alicante y Almería; aún no se habían constituido las comunidades autónomas); y como estatutos de la asociación decidieron copiar los de ADENA, con el fin de atenerse a un modelo que ya era legal y que les evitaría muchos problemas.
Una noche antes de un examen de geología, Pedro Talavera diseñó el logotipo del flamenco de ANSE a partir de una imagen de un diccionario enciclopédico al que añadió a mano también las siglas.
A esta primera reunión asistieron José Damián Navarro, que desde entonces actuó como Secretario –redactaba convocatorias, estatutos, acuerdos, etc–, Alejandro Romero, Antonio Gómez Gersol — profesor de Ciencias Naturales al que pidieron que actuara como Presidente, pues era mayor de 18 años–, Juanma Ibáñez, Pedro Talavera y, también, Juan Moreno Soto, que trabajaba en Dragados y era un buen fotógrafo de la naturaleza; había colaborado con Félix Rodríguez de la Fuente y tenía mucha experiencia en fotografía de animales pues disponía de un buen equipo. Pedro cree recordar que por esas fechas también se unió al grupo el naturalista norteamericano Jimmy MacIvor, que ya por entonces residía en Torrevieja.
En la prensa, convocaron a una reunión en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Sureste, junto a la catedral, a todos los interesados en el estudio y la protección de la naturaleza de esta zona. El 19 de mayo de 1973 se celebró la asamblea fundacional de ANSE con un salón de actos lleno. A partir de ese momento, ANSE se dio a conocer en la sociedad del sureste: publicaron artículos en los periódicos, impartieron charlas, realizaron estudios de fauna, denunciaron agresiones contra la naturaleza, etc.
Cuando estaban en segundo curso de biológicas, en 1974, organizaron un segundo viaje a Doñana. Pedro se puso en contacto con el que era director del Parque Nacional de Doñana, José Antonio Valverde, que lo derivó a su ayudante Javier Castroviejo y con el que acordó una estancia de tres días en el Palacio de Doñana y otros cuatro días más acampados para conocer a fondo el parque. El grupo viajero lo formaban Jimmy, Juan Moreno, Luis Núñez de Castro, Gersol, Luis Felipe López Jurado, Juanma y Pedro. Primero pasaron por la sede de la Estación Biológica en Sevilla y luego se trasladaron a Doñana.
El tiempo que estuvieron en Doñana fue muy interesante pues conocieron a Valverde –que una noche los invitó a cenar en su casa y se mostró muy guasón y divertido–, a Castroviejo y a Delibes. Castroviejo era todo un personaje: los recibió en el umbral de la puerta del palacio haciendo el pino mientras hablaba con ellos. La zona del palacio donde se alojaron estaba muy destartalada: unos catres con somier y colchón por aquí y allá, unos frigoríficos de butano, que compartían con ellos para guardar su comida, y escasas comodidades.
Castroviejo los guió por diferentes zonas del recientemente declarado Parque Nacional junto al profesor Pierre-Paul Grassé, toda una eminencia por ser autor de los más reconocidos libros de Zoología de esa época, que visitaba Doñana con su hija. Recuerda Pedro que Castroviejo se subió a un árbol y bajó de un nido un pollo de águila imperial para que el grupo se fotografiara con él. Castroviejo era un entusiasta de los reptiles y Gersol se interesó por que le enseñara sus técnicas para cazarlos y observarlos. Doñana, de nuevo, resultó una experiencia maravillosa para todos ellos.
Fue una etapa de gran actividad de ANSE: se realizaron estudios de contaminación de fábricas, en Escombreras, el grupo hizo excursiones a zonas naturales de Moratalla, el río Madera, Espuña, etc. para conocer a fondo la naturaleza del sureste. Hubo secciones de ANSE en Águilas, Escombreras, Elche, Torrevieja, además de las de Cartagena y Murcia. Pedro participó con Juanma, como representantes de ANSE, en una reunión de movimientos ecologistas que se celebró en el pinar de Valsaín (Segovia) para intentar constituir una Coordinadora ecologista nacional. Allí conocieron a muchos grupos ecologistas y naturalistas del país así como a colaboradores de Félix Rodríguez de la Fuente como Araújo o Garzón. También asistieron a unas Jornadas de Ecología en Navarra, de manera que pronto surgieron lazos y relaciones entre ANSE y otros grupos. Además, Pedro estuvo durante un tiempo en la directiva de la SEO, con Bernis y Fernández Cruz.
Son incontables las anécdotas que Pedro vivió como anillador de aves, como la de la patrulla de la guardia civil que los confundió con contrabandistas mientras anillaban aves con redes japonesas en la costa de Calblanque en plena madrugada; o la ayuda que recibieron de Capitanía general para anillar aves en la Isla de las Palomas de Cartagena, zona militar, que puso a disposición del equipo de anilladores una lancha de la Marina.
La tortuga mora
Cuando se publicó el Decreto de especies protegidas, Valverde llamó a Pedro Talavera para proponerles hacer un estudio sobre la tortuga mora con la ayuda de una beca. Además de insectos y pájaros, a Pedro le gustaron desde siempre los acuarios y los reptiles. Conocía en el Oceanográfico de San Pedro del Pinatar a una bióloga, Alicia García Alcázar, y la convenció para que encabezara el equipo, aunque no tenía ni idea de tortugas.
Formaron el equipo la mencionada Alicia como directora, Luis Felipe, Juanma, Jimmy y él mismo. Se repartieron el trabajo de campo y realizaron frecuentes viajes a Baleares, Doñana, Almería, Valencia, Alicante y zonas costeras de Murcia. Fruto del estudio fue la pionera publicación Las tortugas terrestres en España (ICONA, Madrid, 1979, Naturalia Hispanica, 17) en la que los dibujos estuvieron a cargo de Pedro Talavera.
Quedaron algunos proyectos por realizar o terminar como, por ejemplo, los proyectos de Valverde para la reintroducción de la foca monje en el Mediterráneo desde el Sáhara (el compañero Luis Felipe López Jurado sí se dedicó a estudiarlas a fondo en el Centro de recuperación de la fauna sahariana en Almería); o el del estudio de la distribución del Ziziphus lotus, azufaifo o arto, en esta zona del sureste, para poder introducir y proteger la gacela sahariana.
Lo último que hizo para ANSE en aquella década de los setenta fue asistir a un congreso de asociaciones naturalistas en Oviedo, para lo que Pedro tuvo que pedir permiso en el Gobierno militar donde estaba haciendo el servicio militar.
Pedro Antonio no llegó a finalizar sus estudios de biología y realizó oposiciones para trabajar en la Caja de Ahorros del Mediterráneo, llegando a desempeñar el trabajo de director en varias sucursales y de director de zona de Cartagena, hasta hace pocos años en que se jubiló. Se casó en 1978 y tiene 2 hijos y 2 hijas.
El local de ANSE en Cartagena –un piso en un casón antiguo en la calle Cañón que había sido la consulta del doctor Antonio de Lara, el de la cámara hiperbárica–, se obtuvo gracias a las gestiones que hizo Pedro, como director de una sucursal de la CAM, para obtener el préstamo, lo mismo que ocurrió con la compra de la finca para las tortugas de la Sierra de Almenara.
Aficionado a la malacología
A partir del nacimiento de sus hijos, Pedro pudo salir menos a la naturaleza. En su casa de Punta Brava, se aficionó a la malacología, y se hizo socio de la Real Sociedad Española de Historia Natural donde se publicaban algunos estudios sobre el tema. En Cabo de Palos conoció a Paco Espín, a Pepe Templado, a Esteban Calderón y a gente que tenía colecciones interesantes. Con la experiencia que tenía de ANSE, habló con todos ellos y con profesores de universidades y les propuso fundar la Sociedad Española de Malacología, que se hizo realidad el 8 de agosto de 1980 y que tiene su sede en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Se escribía con malacólogos de otros países y cada año hacían un congreso. Empezó a interesarse por caracolas vivas, y reconvirtió una habitación de la casa para albergar acuarios pequeños con caracolas vivas a las que hacía seguimiento con una lupa NiKon binocular de 250 mil pesetas, y luego una de vídeo Sony digital 8. Un amigo astrónomo le ayudó a acoplar la cámara a la lupa para filmar.
Así pudo estudiar por primera vez el desarrollo embrionario de moluscos del Mediterráneo, tema del que no existían estudios previos importantes. Filmó 28 películas del desarrollo de los moluscos y descubrió una especie nueva para la ciencia, la Haminoea orteai Talavera, Murillo & Templado, 1987, en las Salinas de Calblanque, cuyos estudios fueron publicados pese a las iniciales renuencias del mundo universitario por no disponer de una titulación académica especializada.
El ejemplo de iniciativa, capacidad de trabajo, activismo y entusiasmo por la naturaleza de Pedro Antonio Talavera es un enorme estímulo para todos los que lo conocemos y esperamos que también lo sea para los que hayan leído estas páginas, que quieren servir de reconocimiento y agradecimiento de todos los asociados de ANSE.
Mariano Moreno Requena