Cala Reona, otra vez no
José María Pozuelo Yvancos es catedrático de la Universidad de Murcia.
En los últimos años parecía que iba creciendo la sensibilidad general hacia los errores cometidos por el incontenible desarrollo urbanístico de la costa murciana. Todo el mundo, incluidos cargos políticos del partido de la derecha, reconocían que el disparate de La Manga había arruinado para siempre uno de los enclaves más bellos de la costa mediterránea, y ahogado por ello incluso sus iniciales posibilidades económicas. Durante diez meses al año La Manga es peor que un desierto, parece una ciudad fantasma, sin comercios, sin vida. Uno se pregunta: ¿qué habría sido de ese enclave si se hubiera conservado?, quizá sería lo que de ninguna manera es hoy en día: una fuente de riqueza para la Región. Pero no se ha hecho únicamente en La Manga. Basta con subir un poco desde Cala Reona hacia Calblanque para observar que Cabo Palos, que era un amable enclave, un pueblecito costero, que hace el día de hoy de restaurante de toda La Manga, ha crecido de manera desmesurada, con una ocupación brutal de su suelo que ha arruinado bastante su encanto inicial. A los miles de vecinos que les han vendido apartamentos y dúplex en Cabo Palos, les quedaba sin embargo un lugar para bañarse: Cala Reona, a donde acude la mitad de Cabo Palos, la orientada a poniente, que no tiene otra playa. Les han vendido playa porque estaba Cala Reona. De modo que, estrictamente hablando, Cala Reona ya ha sido vendida y poblada.
Conviene no engañarse ni engañar a nadie con eso de urbanismo ‘sostenible’. Ya en la situación actual, con la densidad poblacional que ha adquirido en los últimos quince años la pedanía de Cabo de Palos, incluso manteniendo Cala Reona sin urbanizar, que es lo que el sentido común e incluso la racionalidad económica aconseja, la situación ha excedido con mucho al adjetivo ‘sostenible’. Esta Cala, acceso a la senda que conduce al Parque de Calblanque, es sostenible únicamente si se deja como está, porque es la única manera de que todo Cabo Palos sea eso, sostenible y no acabe siendo lo que La Manga es, el desierto urbano durante doce meses, que en absoluto puede competir con nada. Arrebatar Cala Reona a los ciudadanos de todo Cabo Palos para dársela a los mil futuros es desnudar a veinte mil para vestir a mil. Un desastre incluso desde el punto de vista de la racionalidad turística. Y que no se ponga como ejemplo La Manga Club, precisamente cuando esta urbanización está en una crisis conocida, causada en parte por haber casi triplicado su densidad, y haber comenzado a huir de allí el turismo de calidad.
Pero lo peor es que estas cosas puedan plantearse, únicamente porque un Ayuntamiento quiere sacar dinero rápido de los permisos de urbanización. Pero ¿no hemos aprendido todavía? La divisa ‘toma el dinero y corre’ es algo que un Ayuntamiento nunca debería promocionar porque correr es lo que verdaderamente el municipio no puede hacer, se queda anclado de por vida. Los que han corrido son otros, los urbanizadores que en el futuro, eso es seguro, no pasarán el verano en Cabo Palos. Estarán en paraísos naturales que les proporcionarán gentes y políticos que han sido a la larga más inteligentes incluso en términos de económica turística.
Y una cosa más: la mala actuación que que se ha hecho en Los Alcázares no justifica que quiera urbanizarse Cala Reona, sino precisamente apoyaría lo contrario. Mala cosa es que un político tenga necesidad de decir ¡y tú más!
Publicado en La Verdad